Erróneamente hemos pensado que la métrica Sigma en los laboratorios clínicos es una moda, o que implica cálculos bastante complejos, pero nada más distante de la realidad. En verdad, aquellos laboratorios que han llegado hasta el cálculo de sus indicadores desde la métrica Sigma, suelen ser instituciones que han tenido un recorrido paso a paso por los diferentes ámbitos de la calidad analítica, logrando estructurar sus gráficos, definiendo con sensatez sus requisitos de calidad e interpretando lo que toda esta valiosa información nos muestra con respecto al desempeño analítico real de nuestras pruebas. No implica cálculos complejos pero si implica un necesario conocimiento del tema y un recorrido previo que nos permita llegar a tan altos estándares con toda la claridad y criterio necesario para su implementación exitosa.

La métrica Sigma depende absolutamente de un requisito de calidad muy bien seleccionado y ajustado a la realidad del desempeño de la prueba, pero no por eso se limita su aplicación solo a pruebas cuantitativas, ya que, con un cálculo diferente, puede medirse también en pruebas cualitativas que comúnmente se han excluido de este tipo de indicadores.

El poder llevar el laboratorio a métricas Sigma implica una muy valiosa reducción en los desperdicios, reprocesos y en general en los costos de no calidad, ya que busca altos estándares de calidad y perfección, que en salud resultan vitales para poder ofrecer resultados de total confiabilidad para los médicos. Solo el tener unos indicadores bien estructurados, confiables y estables, nos permitirá tener y brindar la confianza y credibilidad que los pacientes y profesionales requieren, y nos permitirá irnos tranquilos a casa teniendo la certeza de que nuestro aporte a la salud de los pacientes ha sido el correcto.

Bact. Martha Palacio
Coordinadora científica Quality Consulting